LEE EL ARTÍCULO

LLORA SI QUIERES…

En una época de mi vida, cuando era una adolescente nunca quería llorar, ese era el modelo de fortaleza que había aprendido de mi Madre, ella siempre nos protegió y nunca la ví llorar.

Luego en mi edad adulta colapsé, llegó un punto de quiebre  en mi vida, en donde después de reprimir por muchos años mis ganas de llorar, cualquier cosa empezó a hacerme débil o vulnerable, fué un largo camino lograr un punto de equilibrio en mi vida.

Hoy en día, no contraigo mis ganas de llorar, cada vez que quiero, cada vez que puedo, cada vez que siento la necesidad, lloro, comprendí que el reprimir las ganas de llorar, solo nos genera dolor, amargura, stress, ansiedad y todas esas connotaciones que lo único que hacen es poner nuestra alma en un estado de negatividad.

Es bueno encontrar un hombro amigo ante quien llorar, pero si me permites un consejo, yo te diría que a solas con tu intimidad y quebrantad@ ante Dios es cuando encontramos las mejores respuestas a nuestras angustias.

He comprendido con la vida que no debemos llorar delante de muchos, si tienes un muy bien amigo en quien confiar, que maravilloso y sino es preferible llorar a solas con Dios, es el único que nos puede responder, él está allí, atendiendo nuestro corazón lastimado y sin juzgarnos.

Si tienes ganas de llorar, llora todo lo que quieres porque es la única forma en la que sacarás cualquier mal sentimiento que tengas, pero hazlo en tu hogar de rodillas ante el todo creador, sabrás al final de una profunda conversación con él, que valió la pena cada lágrima derramada.

Si te crees débil porque lloras, estás equivocad@, reconocer un dolor es de valientes y llorar es la manera física de demostrarnos a nosotr@s mism@s cuando algo nos ha lastimado o nos duele tan profundo que necesitamos dejarlo ir.

Llorar no significa perder, significa ganar, porque estas conectado con tu sensibilidad, con tu ser viviente, ese que siente y que tiene todo el derecho de sentirse mal en ocasiones, es más no todo el mundo llora, hay quienes se van cubriendo en una caparazón y esa capa con el pasar de los años se convierte en amargura.

No lo hagas, no te hagas ese daño, ámate tanto que si tienes que detenerte en tu día a día y decir SOY FUERTE Y POR ESO LLORO… sabrás entonces que no habrá dolor que no puedas tú mismo auto sanar.

Espero te haya servido mi escrito, déjame tus comentarios que te responderé.

Con amor May…

También puede gustarte...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *